Valdelosa, diez y nueve de junio de 2.011
Antes que asociado con el vino, descubrimos el corcho en el belén que, siendo niños, montábamos al acercarse la Navidad. Esas toscas cortezas de árbol, extrañamente ligeras, las colocábamos tan artísticamente como nuestras mentes infantiles podían concebir; entre musgos, arrancados de paredes y tejados, y enclavados en arena o serrín. Conformando el decorado ideal para aquellas figurillas de barro que representaban pastores y animales de granja.
El tiempo nos mostró otras formas de “corcho”, como el viejo tablón donde clavar con chinchetas las notas y recortes o los enormes tacones de los zuecos de veranos pasados. El corcho se utiliza como aislante térmico, se usa en la construcción, en la industria del automóvil, en la aeronáutica, en la industria farmacéutica, en la de artículos deportivos y muchas más.
Pero sobre todo el corcho está ligado al vino, hasta el punto de haber generado el sinónimo “tapón-corcho” y verbos como “descorchar”. Esta simbiosis, sin duda, ha proporcionado beneficios al vino, a las poblaciones en los entornos de los alcornocales y a las industrias relacionadas con el corcho. Pero “todos”, en última instancia, somos los beneficiarios de esta relación, al haber generado un ecosistema con una riquísima variedad biológica tanto vegetal como faunística y con enormes beneficios ambientales como secuestrante de CO2 , conservador de suelos y acuíferos y protector de incendios forestales.
Hoy nuestro mundo en “crisis” amenaza el alcornocal, la búsqueda intensiva de lo “barato”, aún a costa de lo “correcto”, ha provocado una gran caída del mercado del corcho por el creciente uso de otros sistemas de tapado del vino con materiales sintéticos o tapones de rosca. El fin de esta industria ocasionará el abandono del alcornocal. Entonces, si esto llega a ocurrir, “todos” perderemos algo.
Este cómodo paseo, senda dócil por excelencia, en el alcornocal de Valdelosa nos muestra un hermoso ecosistema donde reina el alcornoque, el más camaleónico de nuestros árboles mostrando infinitas formas y tamaños, mezclado en pacífica comunión con robles y encinas.
Jaras pringosas, aromáticos tomillos, cardos y multitud de arbustos acompañan nuestros pasos por este monte que nos invita a detenernos continuamente admirando sus detalles y sus vistas.
Antes, el esqueleto del edificio proyectado como Centro de Interpretación del Alcornocal de Valdelosa nos había anunciado los malos presagios que se ciernen sobre el alcornocal.
La cuidada página web del Ayuntamiento de Valdelosa nos ofrece una magnifica información sobre este entorno que merece mucho la pena visitar y sobre todo ayudar aunque solo sea con el simple gesto de exigir tapones de corcho en el vino que consumimos.
Nosotros prometemos hacerlo.
Senda:
Pista forestal de unos 6 km, en el trazado seleccionado, aunque puede haber múltiples variantes. Escasa o nula dificultad.
Documentos:
Folleto de la ruta
Enlaces:
Web del Ayuntamiento de Valdelosa
Sobre los tapones de corcho
El corcho y los alcornocales. Documento de la fao
Curioso documento sobre la cultura del corcho
Senda:
Pista forestal de unos 6 km, en el trazado seleccionado, aunque puede haber múltiples variantes. Escasa o nula dificultad.
Documentos:
Folleto de la ruta
Enlaces:
Web del Ayuntamiento de Valdelosa
Sobre los tapones de corcho
El corcho y los alcornocales. Documento de la fao
Curioso documento sobre la cultura del corcho
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