Por estos lugares, tenemos por costumbre, un día al año, hacer un macro-picnic.
Un lunes de primavera, el Lunes de Aguas, los salmantinos de la ciudad y también de muchos lugares de la provincia, abandonamos los quehaceres diarios para pasar unas horas en algún paraje campestre en la ribera del Tormes. Cargados con hornazos y otras viandas, en compañía de familia y amigos, rememoramos una extraña y dudosa fiesta de meretrices y padreputas.
Un lunes de primavera, el Lunes de Aguas, los salmantinos de la ciudad y también de muchos lugares de la provincia, abandonamos los quehaceres diarios para pasar unas horas en algún paraje campestre en la ribera del Tormes. Cargados con hornazos y otras viandas, en compañía de familia y amigos, rememoramos una extraña y dudosa fiesta de meretrices y padreputas.
Los ledesminos tienen más suerte, no solo celebran el Lunes de Aguas sino también el Martes de Aguas (¿?). Y entre los parajes escogidos para sus meriendas, destaca el lugar que hoy paseamos: la Finca de las Aldehuelas.
Se nos muestra, en su inicio, un paisaje abierto, a medio camino entre un parque y una dehesa bien cuidada. Hermosa, invita a pasear, a abandonar el ancho camino principal y perderse en sus ondulantes veredas, entre encinas y rocas graníticas, que a menudo evocan monumentos megalíticos, salpicadas de retamas, carrascos y lavanda.
De pronto, el paisaje se torna más agreste y el camino, ahora descendente, termina, estrechándose, ante un muro de piedra que permite ser franqueado. El tosco empedrado de una calzada romana parece trasportarnos, en el tiempo y en el espacio, al bucólico paisaje del cauce del Cañedo encajado entre canchales graníticos y encinas. Y allí, atemporal y majestuoso, se erige el Puente Mocho. Despojado de sus funciones innatas, prevalece como testigo de otras eras y otras culturas. Poco importa si su fábrica es romana o medieval, lo cierto es que el destino de los viajeros que transitaban por su calzada, se perdió hace ya mucho tiempo. Hoy sin embargo Él es destino, la disculpa para adentrarnos en su maravilloso entorno natural. Calma, agua y fragancias naturales inundan el ambiente que nos retiene trasteando en sus entrañas, olvidando que es la hora de desandar lo andado.
Senda:
Pista forestal y calzada romana en buen estado de poco mas de 6 km, en el trazado de ida y vuelta, aunque puede haber múltiples variantes. Escasa o nula dificultad. Puede hacerse andando o en bicicleta. El Puente Mocho fue declarado BIC por el Decreto 151/2000, de 29 de Junio. Fue utilizado en la vía de comunicación entre Ledesma (Bletisama) y Zamora (Ocelo Dori). Tiene una longitud de 71 metros, una altura de 5,7 metros y una anchura de 3,50 metros. Posee cinco arcos de medio punto, al parecer los dos primeros romanos y los tres restantes medievales. Cuenta con cuatro tajamares aguas arriba y está construido en sillería de granito. El arroyo del Cañedo no siempre lleva agua, durante nuestra visita en el mes de mayo el caudal era abundante.
Enlaces:
Web del Ayuntamiento de Ledesma
Web del Ayuntamiento de Ledesma
No hay comentarios:
Publicar un comentario