Pequeñas y cómodas rutas de senderismo, en las que practicar un poco de ejercicio y descubrir la cultura, el arte y la naturaleza...

GRANADILLA ¿UN PUEBLO ABANDONADO?



Granadilla, 22 de abril de 2012
La alegre algarabía de un grupo de estudiantes de secundaria nos acompaña al franquear la entrada del castillo. De la tardía hora y del tamaño de sus macutos deducimos que vienen a quedarse. 

¡No, esto no es un pueblo abandonado!



A mediados de los años 50, el pueblo de Granadilla fue expropiado para la construcción del Pantano de Gabriel y Galán. Sus vecinos forzados a abandonar su medio de vida, la tierras donde nacieron y en la que descansan sus antepasados, iniciaron lentamente el éxodo. La villa quedó totalmente desierta cuando las últimas tierras productivas fueron anegadas por las aguas del embalse.

La puerta fue cerrada y el pueblo abandonado al deterioro.



Sin embargo, Granadilla es un pueblo singular cargado de historia, y en 1980 fue declarado Conjunto histórico-artístico. El acuerdo entre varios ministerios y organismos oficiales permitió su inclusión dentro del Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados y reutilizado como centro educativo, donde cientos de muchachos acuden cada año para colaborar en la rehabilitación del pueblo, aprender oficios artesanos, mejorar su conocimiento de la naturaleza y el fomentar la convivencia y las relaciones sociales.






Desconocíamos estos datos en el momento de realizar la visita, no llevábamos ninguna idea preconcebida ni imagen real de lo que podíamos encontrar, más allá de lo que todo el mundo entiende por un "pueblo abandonado". Acudíamos por una sugerencia sin detalles y con la idea de dar un pequeño paseo de los que acostumbramos. Incluso no nos asustamos al comprobar el mal estado de la carretera que nos llevaba desde Zarza de Granadilla, carretera que pronto mutó en una pista bien asfaltada sobre la que atravesamos un extenso pinar de relieve ondulante y suelos de pizarras (pinos negrales, alóctonos). La pista termina en una lengua de tierra que se introduce en el embalse, a modo de península, dominada por un promontorio sobre el que, desde nuestra posición, solo se intuían las construcciones del pueblo, medio ocultas por los altos eucaliptos del entorno (eucalipto rojo, también alóctono). Aparcamos junto a unas primeras casas derruidas Nos acercamos a pie.
Nuestro concepto de "pueblo abandonado" se fue desmoronando a medida que avanzábamos…. Aparcamiento, zona de juegos... ¿Qué ocurre aquí?  ¡La torre de un castillo!, ¡las murallas!…. Y, bajo un gran olmo, su puerta de acceso, hacia la que se dirigen en alegre tropel muchachos y muchachas recién apeados de un moderno autocar.

¡No, no, esto no es un pueblo abandonado!





Granadilla es un pueblo vivo. Sus habitantes son estos chavales (aunque solo lo sean durante una semana), sus profesores y los monitores permanentes del centro. Ellos se encargan de mantener la vida en el pueblo, sus infraestructuras y sus servicios. 
Nos sentíamos como intrusos, ante aquel descubrimiento, pero fuimos bien recibidos. (Hemos indicado que Granadilla tiene puerta, y esta se cierra. Por lo tanto hay que estar atento al horario de visitas)



La visita:
Granadilla está completamente rodeada de una muralla, al parecer de origen árabe,  totalmente accesible en su contorno. La torre del castillo es visitable en todas sus estancias con unas magnificas vistas de la zona desde lo alto. La calle principal y su plaza están reconstruidas así como los aledaños de la torre. Las casas reconstruidas son utilizadas como talleres de actividades y residencia de los estudiantes, profesores y monitores. También dispone de una iglesia medieval y de varios jardines.
La forma de la muralla es aproximadamente circular y sus calles se dirigen radialmente hacia su centro: la plaza (parece ser que su forma rememora una granada de ahí su nombre. Originalmente la villa se denominó Granada, pero su nombre fue cambiado por el de Granadilla con la conquista del Reino de Granada por los Reyes Católicos). La mayor parte de las casas están derruidas pero desescombradas y posee multitud de huertos en los que domina el olivar, también hemos visto brevales, naranjos y limoneros. Tienen animales: vacas, cerdos y gallinas. Todo lo necesario para reproducir, de alguna manera, la vida rural de otros tiempos (parece ser que no son muchas las comodidades modernas en el centro, la electricidad se obtiene por generadores y placas solares, internet está presente de modo intermitente, no existen medios de calefacción…)

Los alrededores:
Su entorno inmediato, a orillas del embalse, está dominado por los eucaliptos. Hemos visto algunas encinas y espinos, más propios de la zona, y olivos a medio asilvestrar. Muros de piedra derruidos y algunas construcciones abandonadas completan el panorama próximo.  Más allá, el pinar ofrece, sin duda, senderos por los que transitar en los que la jara pringosa y la retama han recuperado su espacio natural.




Sin entrar en polémicas sobre los derechos de utilización de Granadilla y sin que sirva de alivio al agravio recibido por ser materialmente expulsados de su vida, los antiguos habitantes de esta villa y sus descendientes deben estar contentos porque la existencia de su pueblo no quedará en el olvido y permanecerá en la memoria de miles de adolescentes, mañana adultos, para los que Granadilla será, probablemente, uno de los mejores recuerdos de su vida.

¡Granadilla, vive!


SENDA
Trazado urbano sin ninguna dificultad, tal vez solo problemático si se decide la bajada de la muralla por la zona de la puerta principal. Granadilla se encuentra al noroeste de la provincia de Cáceres, en el termino municipal de Zarza de Granadilla.


horario de visitas:
de Abril a Octubre
mañanas de 10 a 13 horas
tardes de 16 a 20 horas


de Noviembre a Marzo
mañanas de 10 a 13 horas
tardes de 16 a 18 horas

Cerrado todos los Lunes



ENLACES
Página de información sobre Granadilla
Página de información sobre Granadilla
Página de información sobre granadilla
PROGRAMA DE RECUPERACIÓN Y UTILIZACIÓN EDUCATIVA DE PUEBLOS ABANDONADOS. GRANADILLA

EL CASTRO DE LA MESA DE MIRANDA

Chamartín (Ávila), 8 de abril de 2012


El tiempo se ha parado en Chamartín, pocas cosas inducen a suponer que estamos en el siglo XXI.
Paz y sosiego, en una tierra de recursos limitados. El paisaje, mínimamente  contaminado de medios modernos, nos traslada al pasado agrario aún próximo.  Cercas de piedra, que limitan un número incontable de  parcelas. Caminos que incitan a seguirlos. Paisajes adehesados que intercalan praderas con agrestes afloramientos graníticos.





La agricultura parece haber sido abandonada; pero sí hay ganado, sobre todo vacuno, el último recurso de los pocos habitantes de la zona.
El pueblo, de calles estrechas casi asfixiantes, muestra la arquitectura rústica típica de esta zona de la sierra de Ávila cuya característica principal es el empleo de piedra perfectamente cortada.
El paseo por este entorno merece la pena en sí mismo, el Castro de la Mesa de Miranda solo es, y no poco,  un valor añadido.


La lectura de la Guía del Castro de la Mesa de Miranda escrita por J. Francisco Fabián García para los Cuadernos de Patrimonio Abulense, cuyo enlace dejamos más abajo, permite preparar la visita, no solo del Castro, sino también de su entorno.



El sendero, amplio y cómodo, desciende suavemente el hermoso encinar, hasta alcanzar el portón de entrada al Castro. Allí, lo correcto es seguir las indicaciones de los paneles informativos. El Castro, enclavado en una meseta limitada, al norte y oeste, por las cárcavas excavadas durante eones por los rios Matapeces y Rihondo, se encuentra absorbido por el paisaje circundante. Salvo las construcciones de las murallas, nada nos hace pensar en un recinto urbano, pero es fácil percibir la ubicación dominante del lugar: a nuestra espalda, el Cerro de Gorría; delante, los productivos llanos de La Moraña; cerca del agua y a una altura elevada.
Flanqueados, paso a paso, los recintos del castro llegaremos, como en el trascurrir de la vida, a la necrópolis de la Osera, último tramo de la visita. Una explanada de gran tamaño, y separada en zonas marcadas con hitos, que nos hace pensar en la gran importancia que debería tener la muerte en la cultura vetona.




Senda
Amplio camino de tierra que conduce de Chamartín a la entrada del Castro. Suavemente descendente en el trayecto de ida y bien señalizado. Sin dificultad alguna. En el Castro los caminos están señalizados, pero es posible perder alguna vereda poco transitada.

EL CASTRO DE ULACA

Villaviciosa (Solosancho), 1 de abril de 2012

Reniego de ser Vetón, al menos reniego de su herencia.
¿A qué pueblo se le ocurriría vivir en sitio tan inaccesible? ¿De qué coño vivían en tal pedregal? ¿Y el agua?¿?¿?....
¡Joder, una cosa es defenderse y otra que solo se les pueda atacar con la aviación de un ejército moderno!
¿Aníbal? !Aníbal llegó aquí y pasó de largo!
No, no creo que el Castro fuera abandonado por alguna amenaza externa. Creo que fue una consecuencia del sentido común.
¡Lo que si tenían, sin duda, era una hermosa vista del valle de Amblés y de la sierra de la Paramera!
¡Seguro que la ignorancia es el germen de todas mis dudas!


El temprano abandono de este castro, en los albores de nuestra era, y su poca o nula ocupación posterior  -¡no me extraña!- le han convertido en uno de los mejores yacimientos arqueológicos para el estudio del pueblo Vetón. De sus construcciones, del enorme tamaño de su muralla, de su alta población se infiere la importancia que debió tener este castro.
Dejamos un enlace a la Guía Castro de Ulaca, editada por la diputación de Ávila en los Cuadernos de Patrimonio Abulense, escrita magníficamente por Gonzalo Ruiz Zapatero (UCM) en la que se describen los aspectos arqueológicos e históricos del castro, a los que nada vamos a aportar, y nos centraremos en el sendero.

No estamos seguros de que este sendero tenga ubicación en este blog, donde gustamos de caminos cómodos y dóciles. Pero ¡qué leches!, ¡un día es un día! y !hoy nos la vamos a meter doblada!
El itinerario lo iniciamos en el portón (situado a unos 600 metros de pista de tierra de Villaviciosa, perteneciente al municipio de Solosancho en Ávila) que da acceso al cerro granítico, conocido con el nombre de Cerro del Castillo, en cuya zona superior, a unos 1500 metros de altura, se sitúa el castro. El portón se encuentra a unos 1240 metros de altitud y la entrada al castro a unos 1430 metros de altitud separándoles una distancia de poco más de 400 metros lineales. Si nuestros cálculos no fallan, es una rampa del 60% de media, podemos esperar que puntualmente haya tramos cercanos del 100% (45º). ¡Jesús!
Treinta y cinco minutos después, ¡a la escalofriante velocidad 0.68 km/h!, estamos en la entrada del castro, con un tremendo dolor en los tobillos y el bofe en la boca.




Una vez franqueadas las dos barreras defensivas no dirigimos a una especie de mirador natural, desde donde la vista del valle de Amblés es sencillamente espectacular. Allí, amablemente, el guarda del castro nos informa sobre los puntos de máximo interés y la ruta idónea.



El paraje es desabrido, solo rocas de granito moteadas de matorrales de piorno y enebro rastrero. Los caminos apenas son reconocibles. Solo las indicaciones del guarda y el buen track de surquizu en wikiloc, que llevamos en el gps, nos permiten ir recorriendo todos los puntos interesantes (también encontramos hitos de piedras en los lugares más confusos). Así vemos el altar de rituales, la sauna, la zona de viviendas reconstruidas, la cantera, la zona de muralla del sur (¡que todavía estoy buscando!), la acrópolis (o zona vip’s ¡Madre mía!), el urbanismo (¡que también me llenó de perplejidad!) y por último la puerta principal (¡espectacular lugar!, aunque puerta, lo que se dice puerta…) en la zona en la que parece más fácil el acceso al castro. Todos los puntos están marcados con paneles informativos, en su mayoría ilegibles por el paso del tiempo; los caminos entre ellos no existen o están desaparecidos, deglutidos por la naturaleza y la falta de uso o sencillamente no los encontramos, por lo que saltamos de uno a otro campo a través, con el considerable riesgo de pisar bostas de caballo único animal que vimos en este páramo al margen del hombre. El regreso lo realizamos por la ladera norte del cerro, siguiendo una hipotética curva de nivel, hasta encontrar la vereda de bajada al portón. Aquí el camino se encuentra, igualmente, desaparecido pero marcado con pequeños mojones de granito pintados de amarillo, cuyo secuencial descubrimiento celebramos con alborozo. Alcanzada la bajante, descendemos con rapidez. ¡A bajar todos los santos ayudan! Finalizando con ello el recorrido.



                  
Siento enormemente mi incapacidad, ya reconocida en otras entradas de este blog, para visualizar paisajes arqueológicos. Donde un arqueólogo ve una muralla, yo solo atisbo un montón de piedras desperdigadas. Adivino que esto no es un don divino, sino la consecuencia de años de estudio en una materia que desconozco por completo. Preciso de la reconstrucción (soy un turista) y ver las cosas tal y como fueron o debieron ser. Independientemente de que esta reconstrucción sea material, gráfica o informática se necesitarán de muchos meses, tal vez años, de estudios arqueológicos en la zona y para realizarlos de un dinero que hoy, más que nunca, escasea. A pesar de todo, reconozco la zona como un lugar muy especial con elementos únicos y lleno de enigmas que, quizás, algún día puedan resolverse. 






track de surquizu en wikiloc que nos sirvió de guía en la excursión

track grabado por nuestro gps durante la excursión




SENDA:
Inexistente, salvo la vereda de subida-bajada. El itinerario está marcado con mojones de granito pintados de amarillo, al menos en los accesos al castro. La dificultad es moderada, fundamentándose su dificultad en la subida al castro. 

ENLACES Y DESCARGAS:

LA RUTA DEL PUENTE DE LOS DIABLOS

La Mata de Ledesma, 25 de Marzo de 2012

La ausencia casi completa de lluvias este invierno, está llevando a nuestros campos a una situación cercana al desastre. Las siembras de cereales de otoño-invierno (cebada, trigo, avena,..) se han perdido o se encuentran seriamente mermadas. La falta de pastos está llevando al sector ganadero a una situación muy delicada al tener que recurrir -para la alimentación del ganado- al forraje y los piensos, con un aumento de los costos difícil de asumir en estos tiempos. El sector de regadío acusará la falta de agua embalsada con los consiguientes peligros de restricciones, aumento del precio y pérdida de calidad del agua para riego. Por si fuera poco el peligro de plagas, enfermedades e incendios ha aumentado significativamente.
El caminante también sufre la sequia: la pérdida de belleza del paisaje, la flora agostada, la fauna salvaje en peligro, los cauces secos, los chorros que no fluyen …


En la Mata de Ledesma (Pozos del Mondar, la Porqueriza) discurren varios arroyos que en esta época del año debían fluir sin dificultad, sin embargo solo encontramos su cauce salpicado de grandes charcas y alguna zona embarrada, insuficiente para ver en todo su “esplendor” las construcciones de arquitectura popular que nos proponemos visitar: LAS PUENTES.

La arquitectura popular surge como una respuesta funcional y permanente a una necesidad ambiental. Eminentemente rural, con mínima injerencia en el medio; realizada con bajo costo económico y con los materiales que el entorno ofrece. Arquitectura sencilla, sin adornos, sin apenas herramientas y  realizada por gentes sin formación en construcción; para el uso familiar o de pequeñas comunidades. Todavía hoy podemos encontrar muchas muestras de este tipo de arquitectura en nuestros campos: casas, chozos, cobertizos, terrazas, muros, bancos, poyos,… y, cómo no, puentes.
La palabra “puente” en castellano pertenece a ese tipo de nombres ambiguos que admiten el género masculino y femenino (quedando, en este caso, el femenino anticuado) y aunque oficialmente no se aprecia una variación ostensible en el significado entre los géneros, se viene adoptando el femenino -la puente- para referirse a los puentes realizados por la arquitectura popular e incluso por la naturaleza. La palabra puente (pons, -tis) ofrece una extensísima  riqueza de derivados : pontón, puentecilla, puentezuela o pontezuela, pontana, pontanilla e incluso ponto, barca de paso empleada donde no hay puentes; y esto solo refiriéndonos a palabras con el mismo significado. Etimológicamente su significado se enreda con el de  palabras derivadas del griego (pontos, “mar”), con la que comparte una raíz del indoeuropeo con el significado de “camino”.
La estructura básica de una puente consiste en una serie de pilares, constituidos por una o varias piedras, unidos entre sí por grandes lascas de roca; en otros casos, en vez de lascas, se utilizan tablones de madera formando lo que se denomina un “pontón”; en la mayoría de los casos el tiempo ha hecho desaparecer la madera y nos hace imposible distinguirlos de un “pasil”, término con el que se denomina a un conjunto de piedras que colocadas en el cauce permiten cruzar el río saltando de una a otra.


Iniciamos el recorrido en La Mata de Ledesma. A través de un amplio camino de concentración parcelaria, descendemos suavemente -entre campos de cereal salpicados por solitarias encinas- hasta alcanzar el arroyo de la Rivera Chica. A pesar de la sequía, en la charcas supervivientes, observamos la presencia de aves acuáticas y cigüeñas. El curso ascendente del arroyo nos asombra con un hermosísimo bosque de encinas de geografía suavemente oscilante y por el que, a intervalos, asoman inquietantes rocas graníticas. El paisaje invita a la contemplación y al descanso: a sacar la manta y la tortilla; no bastando la imaginación para averiguar cómo se mostraría si la climatología hubiese sido más benigna.


En este entorno tropezamos con la primera construcción de arquitectura popular fluvial: una hilera de piedras semienterradas en el cauce seco del arroyo, nada nos indica si se trata de un pontón o de un pasil. Lo que si constatamos es su absoluta inutilidad en ese momento y para aliviar el pesar, sonreímos al imaginar a una vaca cruzando el arroyo saltando de piedra en piedra.


Unos cientos de metros más arriba, encontramos la solución para la vaca, una sólida puente que nos permite el paso seguro sobre un imaginario arroyo. ¡Quizás a la vaca no le parecería tan seguro!


A pesar de la falta de agua, el entorno continúa siendo espléndido y sobre el curso seco volvemos a encontrar otra hilera de piedras, tan carente de agua como la anterior.

Solo unos metros más y llegamos al puente de las Brujas o del Diablo, un puente medieval que no parece conducir a ninguna parte. Es esta incertidumbre en su origen la que, al igual que en otros muchos puentes de España, da pie a sus nombres,  otorgándole un origen exotérico que, sin duda, no tiene; en otros tiempos, aunque la memoria histórica no lo certifique (¿?), formó parte de un camino.


Abandonamos el encinar sobre los mismos pasos que no introdujeron en él y rumbo este-noreste, descendiendo el curso del arroyo, nos encaminamos hacía Pozos del Mondar. El paisaje retorna a campos de herbáceos, puramente mesetarios. Nada indica sobresaltos.



Y allí, al pie de Pozos,  “la madre de toda las puentes”, “la catedral de las puentes”, el más hermoso de ejemplar de puente popular (al menos esa es su posición en nuestro ranking particular de puentes de arquitectura popular). Hasta sus pilares, constituidos por multitud de piedras, parecen conformar tajamares aguas arriba. Y a pesar de tanta compostura, como sus compañeros de oficio, huérfano de agua.

Regresamos a La Mata de Ledesma por un camino de concentración, deseando las lluvias que alivien esta penosa situación de sequía.


SENDA
Camino agrícola y senda rural. Sin ninguna señalización. De unos 8 km ida y vuelta. Fácil de realizar incluso en bicicleta. Suponemos que en tiempos más húmedos sería preciso calzado de agua. Conviene señalar que algunas construcciones y puente del Diablo se encuentran en propiedad privada.

ENLACES:
Folleto de la ruta, Ayuntamiento de Ledesma
Track de la ruta en wikiloc