Un paseo por los bancales de Las Arribes del Duero
La erosión del agua, actuando durante colosales
periodos de tiempo sobre las fallas y
fracturas del sustrato rocoso, ha dado lugar a los profundos y estrechos
cañones graníticos y valles encajados, de paredes considerablemente verticales, con
que se remata la penillanura de Salamanca y Zamora. Esta particular orografía proporciona, a Las Arribes del Duero, un microclima de tipo
mediterráneo, con inviernos suaves y
cortos, con escasez de heladas, y los veranos largos y cálidos, por lo que
alberga una flora y una fauna singular.
Para el aprovechamiento de estas
condiciones climáticas, y como complemento a la explotación agrícola de cultivos
de cereales y de pastizales de la
penillanura, se generalizó hacia el siglo XVI, en las laderas en pendiente, el cultivo en bancales. Los suelos, escasamente fértiles,
basaban su productividad en el duro trabajo de los habitantes de la zona.
Hoy en día estos bancales se encuentran en un
avanzado proceso de abandono, pero aún proporcionan uno de los rasgos más característicos
del paisaje de Las Arribes del Duero: cultivos típicamente mediterráneos como
son olivos, naranjos, limoneros y almendros fundidos con el paisaje natural.
Vilvestre nos proporciona este magnífico
paseo, a través de una de estas laderas de bancales, que nos conducirá desde el núcleo urbano hasta
la misma orilla del Duero.
El descenso se inicia con unos
cientos de metros sobre la carretera VLV-424, trazada sobre el antiguo camino de
Vilvestre a La Barca; hasta adentrarnos por un sendero, toscamente empedrado,
que serpentea entre los paredones de piedras que conforman los bancales o “cotos”
en donde se cultivan almendros y olivos. Las encinas que jalonan el sendero van
dejando paso, a medida que descendemos, a los enebros y aún más abajo a las
chumberas, almeces y matorrales. El
paisaje bravío nos presenta laderas con bancales, roquedos, arboles y matorrales,
hasta que en su vientre se vislumbra el rio que absorbe paulatinamente toda la
atención.
Un nuevo tramo de la VLV-424 nos
conduce, definitivamente, hasta el embarcadero de Vilvestre situado en la
zona recreo de La Barca dotada de merendero y refugio municipal.
El gran remanso, que produce el reculaje del
embalse de Saucelle, parece querer unir
su azul con el del cielo, del que solo le separa la cenefa decorativa de las
bruscas laderas. Lugar de ensueño y paz, muy alejado de la belleza vertiginosa de otros
parajes de Las Arribes. Lugar del que no queremos marchar, aunque solo sea, por
no iniciar un empinado regreso que se nos antoja severo.
Para mitigar la dureza del retorno (pocos senderos de Las Arribes son dóciles debido a la naturaleza de su
orografía), decidimos realizarlo por la carretera. Varias son las paradas, en
puntos de interés, que contribuyen a suavizar el camino: El molino aceitero de
abajo, el puente El Puerto (sobre el Arroyo de los Lagares) y el Mirador del
Reventón de la Barca (desde el que podemos observar la zona por donde hemos
descendido a La Barca, otear Freixo y otros lugares de interés como
Montegudín).
Senda
Ruta sin señalizar, aunque en algunos
puntos se observan señales blancas y amarillas sin continuidad, de unos 9 km de
ida y vuelta. Trascurre, gran parte, por carretera y los bancales se descienden
por un sendero rústicamente empedrado y de tierra. Bonito
sendero que nos permite observar la estructura del cultivo en bancales y el hermoso
ensanche del Duero a su paso por Vilvestre. Es recomendable no hacer esta ruta en verano debido a las altas temperaturas de la zona y a la ausencia de sombras.
Vilvestre es un bonito pueblo que
ofrece otros muchos puntos de interés: Monumentos, Miradores sobre el Duero,
diversas rutas de senderismo, etc.
Enlaces:
Web del Ayuntamiento de Vilvestre
Patrimonio Natural de Castilla y León
Track del sendero
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